El
principito es un libro que trata de un niño que se ve obligado a abandonar una
posiblemente exitosa carrera de pintor, por lo que se convierte en aviador y
termina aterrizando de emergencia en el desierto.
Allí se
le aparece un niño que viene de un planeta, tan pequeño que solo tiene que
cambiar su silla de lugar para ver una puesta de sol. El niño
pregunta tanto que, a veces, molesta. Tantos cuestionamientos sacan de sus
casillas al aviador.
Ante la incomodidad y el mal humor de su amigo, el
chiquillo insiste en lo mucho que le molesta la gente seria y lo incomprensible
de la gente adulta. De ahí que le cuenta sus encuentros con el rey que no
tenía súbditos, el vanidoso, el borrachón, el hombre de negocios, el farolero,
el geógrafo, el zorro y la serpiente entre otros de los cuales podemos
aprender importantes lecciones de vida. Durante su encuentro, el aviador y el
principito sostienen algunas discusiones que no llegan a debilitar la amistad
que lograron construir.
El principito es la voz interior del aviador. Al verse en medio de la nada, sin esperanzas, su conciencia lo lleva a repasar su vida. Se arrepiente de sueños no cumplidos, de vicios espirituales aprendidos, que entorpecen un desarrollo humano sano y feliz. A la vez, descubre lo esencial de las cosas. A lo largo de nuestra vida, vamos renunciando a grandes aspiraciones, desechamos dones que por naturaleza poseemos, como la inocencia, la capacidad de admirarnos ante lo bello, el desapego a lo material, el disfrute de lo simple, la confianza en el otro, cosas buenas que teníamos cuando niños y que, ya de grandes, hasta rechazamos. Solamente lo material, palpable, contable, medible, parece importar.
Te invito a recuperar los dones que hemos ocultado en lo profundo. A darnos la oportunidad de escuchar lo que tiene que decirnos nuestra voz interior. A restablecer sueños y gustos. A re-descubrir lo que verdaderamente vale. A ver con el corazón, el alma y el espíritu.
Te dejo
con estas palabras del aviador para que seas tú quien las interprete:
“Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué
tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?"
Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto
pesa? ¿Cuánto gana su padre?"”.
Ramón Matos, Principitadas.
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