lunes, 25 de diciembre de 2017

¡Nace Jesús, maravilloso milagro!

Aunque nuestra temática no es religiosa, Facebook me recordó una reflexión sobre el nacimiento de Jesús y me nace compartirla contigo, espero te sea de provecho:
Se acepta que hace 2017 años nació en Belén un niño que cambiaría el curso de la humanidad. 
Se escogió el 25 de diciembre para conmemorar aquel acontecimiento ignorado por la gente de entonces, quizás producto de la alianza del cristianismo con el imperio Romano. El día del año exacto en que aquella criatura vio la luz no se sabe con exactitud. 

La Navidad puede considerarse una celebración pagana al ser el resultado de un sincretismo entre el cristianismo y las creencias romanas. Según se dice, se fija como fecha del nacimiento de Jesús el día que los romanos dedicaban al dios del sol. 
Pagana o no, la mayoría de los cristianos aceptamos esta celebración como buena válida. Es la época en que celebramos y agradecemos la más grande bendición que hemos recibido de Dios Padre. No importa cuándo nació, no importa qué negocio hicieron los cristianos y el poder romano de la época ni los acontecimientos directos desencadenados de esa alianza. Jesús nació en un pesebre de Belén y, a partir de entonces, la relación de la humanidad con Dios cambió radicalmente, al menos para quienes creen en Él. 
¿Has pensado que eres hermano de Cristo por cuanto eres también hijo de Dios? Eso es grandioso. Emmanuel es Dios entre nosotros. Sufriendo con nosotros, padeciendo con nosotros, asegurándose, celebrando con nosotros. ¿No es maravilloso? Cuando pienso en el impacto que tiene ese sencillo hecho me inflo, no me doy por nadie, ¡el mismo Dios está entre nosotros! Por eso, no importa el método ni las circunstancias que influyeron en su selección, no es relevante el día exacto en que vino a la tierra, desde que entra diciembre, mi espíritu se viste de fiesta, para celebrar el acto de fe más grande de Dios para con sus criaturas. 
Ya no se trata de un Dios inalcanzable y desconocido, centrado en apetencias de poder y mando, es que vino para quedarse y padecer y gozar contigo lo mismo que tú gozas y padeces. Es un Dios que se hermana, y tan importante eres para Él, que , imagino, no se aguantó las ganas de sentir tu calor y vino para renovar el pacto que, mucho antes de que nacieras, ya había hecho con los seres humanos. ¿Genial, no?
Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero bienvenido seas.

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