lunes, 29 de enero de 2018

Pasión: usarla a tu favor es un arte.

Pasión
Pasión: usarla a tu favor es un arte.
"No hay mayor señorío que adquirir dominio de ti mismo, de tus pasiones, pues de ahí sale el triunfo de tu voluntad". 

Amor sin pasión muere, vivir sin pasión no es vivir, sin pasión no se alcanzan metas. Poderoso motor es la pasión en nuestras vidas. 

Una buena dosis de pasión es necesaria para alcanzar la excelencia. Sin embargo, en su libro El arte de la prudencia, Baltasar Gracián recomienda ser desapasionados para que triunfe nuestra voluntad: “Controlar el estado de ánimo es tu prenda mayor como persona”, asegura la primera oración de su cápsula dedicada al desapasionamiento.

Y es que la pasión puede despertar en nosotros pensamientos equivocados y distorsión de la realidad. La misma emoción puede ser tan buena como contraria a nuestro interés, usarla a tu favor es un verdadero arte porque se requiere maestría para identificar cuándo la pasión que sentimos es saludable o no.

La pasión te impulsa y hace desaparecer el miedo, es motivación para cumplir los objetivos. Es el aditivo que te ayuda a dar la milla extra, pero hace que te enamores de los pensamientos y te enredes en tus deseos. Si no la controlas, puedes perder de vista detalles importantes, los peligros que pudieran acarrear tus actos. “Y cuando la pasión arrope tu persona, no te atrevas a actuar", dice Gracián. Apasionarse da paso al instinto y, de esa manera, dejamos al azar el resultado de nuestras acciones.

Es mejor esperar, bajar un poquito los ánimos, pensar con la cabeza fría. Estar atentos a esa emoción que acelera el pulso y la respiración. Bien dosificada, la pasión es positiva para el espíritu, la clave está en graduar su intensidad de manera consciente. Ya con las ideas en orden, apasiónate con ellas. Pasión con medida es la clave.

miércoles, 10 de enero de 2018

No te vayas, Chavo. El niño que fuiste, ¿dónde se fue?

No te vayas, Chavo. Televisa. 
"Todos los mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo recuerdan)".

Estos días promovían en la tele una película mexicana, donde Capulina preguntaba: "¿No será una de esas cosas que solo los niños pueden ver?" Recordé esa triste frase “no te vayas, chavo”, de la Chilindrina. Es un clamor para que el niño inocente, sano y humilde que somos al nacer no se aleje. “No te vayas, Chavo”, reconoce que nuestra arrogancia se ha impuesto sobre la tolerancia y la comprensión, y el orgullo sobre el sentido de igualdad y solidaridad.

Para llegar a adultos debimos hacer un largo recorrido que empezó justamente siendo niños, pero para entrar al club de los grandes, escondimos al pequeño que fuimos y, de ver todo fácil, pasamos a considerar difíciles el perdón, la sinceridad, la confianza, la fe, el agradecimiento, la capacidad de sorprendernos y maravillarnos. ¡Hasta reír se hace difícil a veces!

Teníamos una manera distinta de ver el mundo y, por ende, de disfrutarlo. Era fácil volar, la imaginación no existía puesto que todo era real y era bueno. Por supuesto, hay que quemar etapas, madurar, capacitarse, cambiar, el peligro es centrarse en cosas materiales y el poder, olvidar lo esencial, lo bello puro y simple.


Madurar es imprescindible, pero ni siquiera el éxito se disfruta plenamente si no sacas a pasear al niño que fuiste. Ese niño vive en todos, aunque lo hayamos relegado a la celda más apartada y húmeda de nuestro ser. A veces ese niño grita desesperadamente que lo liberemos. Está tan lejos y escondido que es casi imposible escucharlo (digo ‘casi’, porque tengo la esperanza de que no sea literalmente imposible). 

Aquí te dejo uno de tantos enlaces que reproducen la escena de "no te vayas, Chavo". Disfrútalo:

sábado, 6 de enero de 2018

Gratitud. El energizante más poderoso

Gratitud. Principitadas.blogspot.com
—¡Y vas a llorar!, —dijo el principito.
—¡Seguro!
—No ganas nada.
—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa del color del trigo.

Es frecuente sentirnos inconformes con la vida que llevamos. Llegamos a sentir un enojo crónico que, muchas veces, no sabemos explicar, pero sí sabemos a quién culpar: a un sistema político-social injusto, condiciones laborales insuficientes, compañeros tóxicos, jefes irracionales, familias disfuncionales, traumas pasados, el éxito de los demás y una larga lista de factores externos a nosotros.

Nos afecta tanto este sentimiento que lo incorporamos a nuestras estrategias para actuar y resolver problemas. Nos comparamos con los otros. ¿Cuántas veces has perdido tiempo y energía tratando de resolver problemas que no te corresponde solucionar? Así, sumergimos la vida en la amargura y perdemos de vista las bendiciones recibidas. La energía se agota, la motivación se pierde. Actuar como autómatas se convierte en el mecanismo de defensa y caemos en la adicción a dosis de indiferencia, cada vez mayores, para soportar esa carga. Aunque no parezca, el peso sigue ahí y eso es peligroso, es un veneno que mata lentamente. El antídoto se llama “gratitud”.

Gratitud no es sumisión ni desconocimiento de la realidad, es celebrar la vida, revestirse de positivismo. Hay mucho a nuestro favor para ser mejores, vivir mejor.  No estamos exentos de situaciones desagradables, pero sí podemos evitar que nos afecten negativamente y aprender de ellas.

Despertar en la mañana, permanecer un rato con los ojos cerrados, agradecer el nuevo día que tienes por delante y los aprendizajes del anterior. Disfruta del baño matutino, que el agua limpie cuerpo y alma. Sal de casa consciente del aire que respiras, de los sonidos, los olores, los colores, las estampas. Evita compararte, deja a cada cual realizar su labor. ¡Eso es vida!

Siembra en tu vida la semilla de la gratitud, riégala con amor, déjala crecer. Cambia la indiferencia y la actitud defensiva por el agradecimiento. Ese es tu antídoto, tu bebida energizante. Agradece lo que tienes, lo que te conviene llegará solo.

domingo, 31 de diciembre de 2017

31 de diciembre, puesta de sol del año. Aprovéchala como el principito

Atardecer tropical. Cristian Cohén Simó.
“En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste:

—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol”.

“… hubiese podido asistir en el mismo día, no a cuarenta y tres, sino a setenta y dos, a cien, o incluso a doscientas puestas de sol, sin tener necesidad de arrastrar su silla…”


El principito ama las puestas de sol. Lo repite cada vez que puede, las pide, las añora, las recuerda.

La puesta de sol es la dicha de que el día siempre termina y podemos descansar de sus afanes, la certeza de que los problemas terminan o dan una tregua tan pronto el sol duerme, pero también la esperanza de que se tendrá otra oportunidad para ser mejores, de intentarlo de nuevo, de disfrutar de lo bello, de amarnos.

Cambiar la silla de lugar es cambiar de posición, de parecer, de opinión, de punto de vista para apreciar la belleza; a mí me gusta la tercera, aunque, a veces, cambiando de parecer, vemos las cosas más claras y nos sentimos mejor (la puesta de sol es reconfortante, tranquilizadora). Con frecuencia, nuestro estado de ánimo se ve afectado por las posiciones que tomamos frente a lo que nos pasa y a los acontecimientos que no podemos controlar, porque tenemos una opinión formada al respecto, tan arraigada en nosotros, que se nos hace difícil cambiarla.

El 2017 nos ofrece hoy una hermosa puesta de sol. Que no sea triste. Despidamos esta experiencia de 365 días, con agradecimiento, sin ataduras, conscientes de todo lo que nos hizo bien y de aquello que atentó contra nuestro don humano. Disfrutemos esta maravillosa oportunidad para recibir lo nuevo como la brisa fresca entra por la ventana. Preparemos el corazón para deponer actitudes negativas e incorporar a nuestra vida la apreciación de la belleza, la verdadera belleza, la que perdura, para cultivar lo que nos engrandece como personas y nos permite valorar las cosas que conducen al amor y la felicidad, a saborear las delicias espirituales.


“—Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…”

lunes, 25 de diciembre de 2017

¡Nace Jesús, maravilloso milagro!

Aunque nuestra temática no es religiosa, Facebook me recordó una reflexión sobre el nacimiento de Jesús y me nace compartirla contigo, espero te sea de provecho:
Se acepta que hace 2017 años nació en Belén un niño que cambiaría el curso de la humanidad. 
Se escogió el 25 de diciembre para conmemorar aquel acontecimiento ignorado por la gente de entonces, quizás producto de la alianza del cristianismo con el imperio Romano. El día del año exacto en que aquella criatura vio la luz no se sabe con exactitud. 

La Navidad puede considerarse una celebración pagana al ser el resultado de un sincretismo entre el cristianismo y las creencias romanas. Según se dice, se fija como fecha del nacimiento de Jesús el día que los romanos dedicaban al dios del sol. 
Pagana o no, la mayoría de los cristianos aceptamos esta celebración como buena válida. Es la época en que celebramos y agradecemos la más grande bendición que hemos recibido de Dios Padre. No importa cuándo nació, no importa qué negocio hicieron los cristianos y el poder romano de la época ni los acontecimientos directos desencadenados de esa alianza. Jesús nació en un pesebre de Belén y, a partir de entonces, la relación de la humanidad con Dios cambió radicalmente, al menos para quienes creen en Él. 
¿Has pensado que eres hermano de Cristo por cuanto eres también hijo de Dios? Eso es grandioso. Emmanuel es Dios entre nosotros. Sufriendo con nosotros, padeciendo con nosotros, asegurándose, celebrando con nosotros. ¿No es maravilloso? Cuando pienso en el impacto que tiene ese sencillo hecho me inflo, no me doy por nadie, ¡el mismo Dios está entre nosotros! Por eso, no importa el método ni las circunstancias que influyeron en su selección, no es relevante el día exacto en que vino a la tierra, desde que entra diciembre, mi espíritu se viste de fiesta, para celebrar el acto de fe más grande de Dios para con sus criaturas. 
Ya no se trata de un Dios inalcanzable y desconocido, centrado en apetencias de poder y mando, es que vino para quedarse y padecer y gozar contigo lo mismo que tú gozas y padeces. Es un Dios que se hermana, y tan importante eres para Él, que , imagino, no se aguantó las ganas de sentir tu calor y vino para renovar el pacto que, mucho antes de que nacieras, ya había hecho con los seres humanos. ¿Genial, no?
Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero bienvenido seas.

domingo, 24 de diciembre de 2017

El principito. Recuperar lo esencial.



El principito es un libro que trata de un niño que se ve obligado a abandonar una posiblemente exitosa carrera de pintor, por lo que se convierte en aviador y termina aterrizando de emergencia en el desierto.

Allí se le aparece un niño que viene de un planeta, tan pequeño que solo tiene que cambiar su silla de lugar para ver una puesta de sol. El niño pregunta tanto que, a veces, molesta. Tantos cuestionamientos sacan de sus casillas al aviador. 

Ante la incomodidad y el mal humor de su amigo, el chiquillo insiste en lo mucho que le molesta la gente seria y lo incomprensible de la gente adulta. De ahí que le cuenta sus encuentros con el rey que no tenía súbditos, el vanidoso, el borrachón, el hombre de negocios, el farolero, el geógrafo, el zorro y la serpiente entre otros de los cuales podemos aprender importantes lecciones de vida. Durante su encuentro, el aviador y el principito sostienen algunas discusiones que no llegan a debilitar la amistad que lograron construir.

El principito es la voz interior del aviador. Al verse en medio de la nada, sin esperanzas, su conciencia lo lleva a repasar su vida. Se arrepiente de sueños no cumplidos, de vicios espirituales aprendidos, que entorpecen un desarrollo humano sano y feliz. A la vez, descubre lo esencial de las cosas. A lo largo de nuestra vida, vamos renunciando a grandes aspiraciones, desechamos dones que por naturaleza poseemos, como la inocencia, la capacidad de admirarnos ante lo bello, el desapego a lo material, el disfrute de lo simple, la confianza en el otro, cosas buenas que teníamos cuando niños y que, ya de grandes, hasta rechazamos. Solamente lo material, palpable, contable, medible, parece importar. 

Te invito a recuperar los dones que hemos ocultado en lo profundo. A darnos la oportunidad de escuchar lo que tiene que decirnos nuestra voz interior. A restablecer sueños y gustos. A re-descubrir lo que verdaderamente vale. A ver con el corazón, el alma y el espíritu.

Te dejo con estas palabras del aviador para que seas tú quien las interprete:


“Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?"”.


Ramón Matos, Principitadas.

Pasión: usarla a tu favor es un arte.

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